HOLA Y AHORA CRÓNICAS Y REPORTAJES
- Universitaria de Colombia
- 23 may 2018
- 4 Min. de lectura

LA INFORMALIDAD CAPITALINA
A lo largo de la historia el ser humano se ha caracterizado por trabajar y llevar el sustento para sus familias, y así como todas las labores han ido evolucionando junto con la tecnología, para muchos no es fácil emplearse, por qué sus estudios no son los suficientes o porque el país o el Estado les niega oportunidades laborales causando una enorme brecha desempleo en el territorio. Pero esto no ha sido impedimento ya que se rebuscan realizando actividades informales que inflan las cifras del Estado, mejorando la tasa de empleo en Colombia. Dicha informalidad abarca una cantidad de oficios y labores que no representa un salario fijo, ni prestaciones sociales, solo al final del día se van con unos pesos en el bolsillo.
El rebusque lo encontramos en cualquier parte de la ciudad, por donde se vaya caminando encontramos, calibradores de rutas, lustrabotas, vendedores de cualquier artículo, bicitaxis, etc., A continuación, encontramos estos oficios y que en el panorama de la ciudad alguno de ustedes ha sido usuario.

A 6 MINUTOS DE LA 456 Y A 4 MINUTOS DE LA 786
Un calibrador de ruta de buses o planilleros, como eran llamados antes y quienes desde hace unos años se ubican en cualquier calle de la ciudad para calibrar el tiempo de diferencia entre las rutas de los buses. Y aunque con la inclusión del TransMilenio sus puntos de trabajo se redujeron, aun se ven uno que otro rebuscándose el pan de cada día.
Entre los implementos que utilizan se les ve unas planillas echas con hojas de cuaderno, esferos, reloj y un canguro donde depositan las monedas recibidas por el pago de su labor y se les escucha frases como “a 6 minutos de la 456 y a 4 minutos de la 786”, su misión es informar a los conductores qué tiempo en minutos se lleva de diferencia con sus demás compañeros y en pago les dan unas monedas que oscilan entre los 1000 y 2000 pesos. Durante todo el día hablan con un buen número de conductores los cuales pasan mínimo dos veces por el mismo punto, y si los calibradores son dedicados logran irse a su casa con un promedio de 100 0 120 mil pesos diarios en el bolsillo.
En este trabajo deben estar muy pendientes del tiempo ya que tienen una responsabilidad, porque de ellos depende que el conductor tenga un buen o mal viaje, y como en todo existe la envidia, algunos conductores pagan algo más a los calibradores para que le digan mentiras a los que vienen atrás.
Los conductores no les dan a todos los calibradores, ellos deben ganarse su confianza, siendo verídicos con la información y al final hasta se hacen amigos, su manera de tratarse es algo particular, utilizan una jerga que no es natural para todo el mundo, su saludo es “que hace mi perro” y luego del conductor pagar por dicha información se despide del calibrador con frases como “en la buena mi pez”.
Este oficio, es ejercido por hombres entre los 20 a 40 años, andan con una gorra por si hace sol y con un paraguas por si llueve, pero aún así el rostro se les ve reseco y es debido a la exposición en la que permanecen, usan ropa y zapatos cómodos ya que todo el día están de pie.

¡DELE BRILLO, DEBO VERME REFLEJADO AHI!
El lustrabotas es como se conoce a los señores que se dedican a limpiar los zapatos, cargan en una caja de madera cepillos, betún de diferentes colores, bayetillas, media velada y un recipiente con agua ya que usando estos implementos sacan más brillo a los zapatos de sus clientes.
Hoy en día no es tan común verlos por ahí, se encuentran cerca de plazas principales o donde allá ubicado una estación, CAI de policía, batallones o en los juzgados de la cuidad, ya que los policías, militares y ejecutivos necesitan verse siempre bien, sus zapatos son su presentación ante los demás.
La labor que ejerce el lustrabotas, es importante para aquellos que desean y necesitan verse bien, los más exigentes son los uniformados, piden que sus botas queden con la americana, la punta debe quedar bien brillante, ellos dicen “dele brillo, debo verme reflejado ahí”
Normalmente este empleo es ejercido por hombres y es raro ver uno joven, sus manos siempre están untadas de betún y como están a la intemperie usan una buena chaqueta por si hace frio y una gorra para protegerse del sol, algunos ofrecen el servicio de reparación, cambian suelas, les colocan tapas a los tacones, pequeños arreglos que les genera algo más de ingresos para sus bolsillos.
El precio de una lustrada oscila entre 2000 y 3000 mil pesos, y aunque el trabajo ha mermado mucho para ellos, logran llevar 40 mil pesos en el bolsillo, y así cumplen con el diario para su casa.
Sin importar el trabajo que se ejerza en la informalidad, aquellas personas que lo ejecutan se sienten orgullosas de ello, porque así pueden llevar el sustento para sus familias y no le están haciendo mal a nadie, y aunque para algunos la competencia ha ido aumentando por el desempleo, muchos afirman que para todos hay.
ELABORADO POR: ZULMA LIYAN FORERO ALFONSO
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