HOLA Y AHORA CRONICAS Y REPORTAJES
- Universitaria de Colombia
- 23 may 2018
- 2 Min. de lectura


UN FUTURO SIN CONDENA
Cuando se habla de niños se trae a la memoria la felicidad misma, pero muchos de ellos viven tras las rejas, sus madres quedaron embarazadas, tuvieron sus hijos, reclusas y pagan una condena en las cárceles de Colombia.
Al interior de las cárceles del país, algunas de las mujeres que están allí, pagan una condena por un delito que cometieron, ellas tienen la posibilidad de tener a sus hijos hasta que cumplan los tres años de edad.
En la cárcel de mujeres El Buen Pastor de Bogotá no es la excepción, hay alrededor de 29 niños entre los 2 días de nacidos hasta los tres años y su único pecado fue haber nacido de una madre reclusa que paga por sus errores tras las rejas. Algunos viven en un pasillo del pabellón 4 y otros en el pabellón 6 donde además de convivir con sus madres, comparten con las demás mujeres asignadas a estos pabellones y quienes en algunas ocasiones se convierten en parte de sus vidas.
Muchas de estas madres aprovechan el privilegio del trato deferencial por tener un hijo en la cárcel y ven una oportunidad de seguir delinquiendo al interior del centro reclusorio, trafican con drogas o movilizan elementos prohibidos como celulares o navajas, toda una serie de artilugios para obtener beneficios, arriesgando la tenencia de sus hijos allí.
Su rutina diaria comienza a las 5:00 a. m, hora en la que se levantan sus mamás a recibir el desayuno y aunque ellos no reciben de esta comida, la algarabía que se escucha en el patio desde esa hora, no les permite a los niños dormir 5 minutos más. María, la reclusa que descuenta su condena, cocinando para ellos, les entrega el desayuno a las 6:00 de la mañana.
Ya desayunados pueden alistarse para ir al jardín, que queda en la parte externa del penal, los chiquitines salen del patio sobre las 8:00 a. m, bien uniformados, perfumados y felices de cruzar esas rejas que les impide salir cuando ellos quieran. Al salir del penal los espera personal del INPEC y profesionales externos que laboran allí en áreas de pedagogía infantil, psicología, trabajo social, encargados de hacerles más ameno el día y de velar por su aprendizaje y desarrollo de la mano del Instituto Colombiano de Bienestar Familiar, quien brinda los medios para que se cumpla a cabalidad la tarea con estos menores.
Los niños se apegan a la guardia, ese uniforme los hace pensar que son héroes o heroínas y a veces, hasta sueñan con algún día ser como ellos, aunque para algunas de las reclusas no es agradable que los niños demuestren su amor a las “seño” como les llaman a las guardianas al interior de los penales, es inevitable que lo hagan, ya que algunas de ellas son madres y los tratan quizá con el mismo amor que tratan a los suyos.
¿Al final, quien no se enternece con la inocencia e ingenuidad que desborda un niño de esa edad?

Comments